dissabte, 20 d’abril del 2013

La música ayuda a nuestros hijos

Mejora la capacidad de concentración, desarrolla la sensibilidad y la memoria, ayuda a expresar sentimientos... Parece que hablemos de una revolucionaria y efectiva fórmula educativa, pero se trata simplemente de... ¡MÚSICA! Aunque resulte increíble, sus efectos beneficiosos consiguen todo esto y mucho más. Hay niños que no se sienten atraídos por la música de manera innata, pero está en nuestras manos despertar su interés. Es posible que alguna vez nos hayamos preguntado si la música es importante en la educación de nuestro hijo. Aunque también es posible que hayamos considerado que tiene menor entidad que las matemáticas o las ciencias naturales. En los últimos años se han llevado a cabo numerosos estudios sobre la importancia de la música en la formación del individuo, estudios que concluyen que: La música es imprescindible en la educación de los niños. Por este motivo, cuando nosotros animamos a nuestro hijo a cantar, a escuchar música o a tocar en un grupo, lo que estamos haciendo es ayudarle a trabajar aspectos esenciales de su educación. Él lo vivirá como un juego, una oportunidad para estar con sus amigos o una ocasión para mostrarnos lo que sabe hacer. Lamentablemente, para algunos padres, e incluso para algunos maestros, la música es una de las materias menos importantes del currículum escolar, junto a la expresión plástica y la educación física. Y también para algunos niños, a quienes los padres transmiten esa idea cuando, pongamos por caso, no progresan adecuadamente en la asignatura de música y se les dice algo así como: - "Bueno, no te preocupes. Menos mal que tienes problemas con la música y no con las matemáticas o la lengua. Ya intentarás mejorar el próximo trimestre y si no, no pasa nada". Él quedará contento porque le han disculpado su progreso insuficiente en la materia, fomentando así que, en adelante, no se esfuerce en música, porque como no es importante... ¿Y si reflexionamos sobre el valor que tiene la música en el desarrollo de la personalidad? ¿Y en el ámbito afectivo? ¿Y en el razonamiento? ¿Y en la capacidad expresiva? La música tiene la capacidad de sensibilizar al niño porque engloba todos los sentidos. Cuando nuestro hijo hace música en la escuela o fuera de ella no solo está estimulando el oído. La música también proporciona una estimulación visual y táctil. La música ayuda a anticipar, organizar y sincronizar el movimiento. La música estimula la imaginación y la capacidad creativa. Desarrolla el sistema de expresión musical, así como el sentido estético. La música desarrolla la capacidad de atención. Está íntimamente relacionada con la adquisición de las matemáticas y desarrolla la memoria y el sentido del orden. La música está muy ligada a las funciones del lenguaje y, en consecuencia, la dificultad de seguimiento de actividades musicales suele estar relacionada a algún tipo de disfunción en la expresión verbal. En este caso, la música puede servir para diagnosticar un posible problema de nuestro hijo que, de otra manera, quizá habríamos descubierto más adelante. Interpretar música ejercita la inteligencia, pues acostumbra al niño a seguir el curso de diversos razonamientos a la vez, fomentando así la atención y la concentración. La música tiene efectos positivos en el campo emocional ya que es el lenguaje de nuestras emociones. En este sentido, favorece la comunicación, el intercambio de ideas o de sentimientos con otros niños o con nosotros mismos. Las actividades musicales proporcionan experiencias gratificantes, especialmente si los adultos posibilitan el contacto del niño con la música y lo refuerzan positivamente: sin buscar la perfección rítmica o la afinación perfecta sino la libre expresión musical del niño. Pensemos en la cara ilusionada de la mayoría de niños cuando, en el festival de fin de curso, unos siguen un ritmo con la pandereta mientras sus compañeros cantan o tocan algún otro instrumento… ¡y en el resultado global de la actuación! La musicoterapia puede ayudar a superar problemas de personalidad, como la inseguridad o la timidez, y trastornos más severos como la disminución psíquica, el autismo, o la depresión. El libro "Introducción a la Musicoterapia" de Davis et al. es un libro básico para todos aquellos que estén interesados en saber por qué la música es tan beneficiosa para nuestro hijo tanto en la escuela como en otros ámbitos. ¿Qué pasa con los niños que no muestran aptitudes para la música? Podemos pensar: como mi hijo no parece tener ninguna habilidad ni idoneidad para la música, no sirve de nada animarlo a disfrutar de ella. Es verdad que hay niños que dentro de un grupo, desafinan o no pueden seguir el ritmo de los otros. En estos casos se les debe ayudar dándoles un papel más fácil, pero no por eso menos importante, de manera que él no se sienta inferior a los otros. Además, hace falta que el niño vea en todo momento que valoramos su esfuerzo y su constancia. Debemos pensar que la música está al alcance de todo el mundo y que todos podemos disfrutar con ella. Este es el fundamento del método Suzuki. Cualquier niño es capaz de hacer música. La capacidad para la música es en algunos casos innata pero también se puede desarrollar. En este sentido nosotros tenemos un papel muy importante. Debemos ser un elemento motivador para nuestro hijo, haciéndole ver cómo es de agradable oír música, tocar un instrumento... Podemos escuchar una pieza de música clásica mientras explicamos un cuento inventado y utilizar el ritmo y el tono para presentar acciones o describir situaciones de la historia. También podemos incorporar letras nuevas inventadas por nosotros a canciones que él ya conozca con anterioridad o hacer que se las invente él; aunque las nuevas letras no tengan mucho sentido, seguro que serán divertidas. Cualquier momento es bueno para disfrutar de la música: la hora del baño, el viaje en coche por la mañana para ir al colegio, el momento de la cena… En cuanto a instrumentos, es muy fácil y económico conseguir algunos sencillos (pandereta, triángulo, xilófono). Para el niño puede ser como un juguete más y a nosotros nos permitirá participar con él de algunas actividades musicales sencillas. Más adelante, si nuestro hijo muestra un interés real, podemos comprarle instrumentos más complejos (violín, piano, flauta) para empezar seriamente a estudiar música. Pensemos, no obstante, que a veces los niños se ilusionan con actividades que luego abandonan con facilidad. Los primeros instrumentos se pueden comprar de segunda mano o de menor calidad, para que no resulten tan caros. Una opción también económica es apuntarlo a una coral, orfeón o grupo de canto. Generalmente existen asociaciones que ofrecen estas actividades de forma gratuita y él puede compartir la música con otros niños de su edad. Pero no olvidemos una cosa: quizá nuestro hijo no siente ninguna atracción por la música, aunque tenga aptitudes para ella. En ese caso, no debemos obligarle a estudiar música, sobre todo en horario extraescolar. Intentaremos que nuestro hijo escuche música de vez en cuando y en la escuela progrese adecuadamente en la materia realizando las actividades que el profesor de música exija, pero no le forzaremos más allá de esto. Intentemos transmitir ilusión e interés, y alegrémonos si la música es una de sus aficiones o materias favoritas, porque la música le ayudará e influirá enormemente en su desarrollo como persona. Anna Garí Campos Psicóloga clínica